La libertad guiando al pueblo (Eugène Delacroix, 1830. Museo del Louvre, París)

lunes, 2 de enero de 2012

Se desveló el “programa oculto” del PP

 El programa oculto del PP ya no es oculto: ajuste brutal del gasto y subida de impuestos. Es decir, medidas económicas totalmente contrarias, en mi opinión, a la lógica macroeconómica comunmente aceptada, que ha asumido desde hace 70 años las enseñanzas de Keynes y de muchos otros teóricos: en época de crisis deben bajarse los impuestos para impulsar la inversión y el consumo, e incrementar los gastos y la inversión pública para incentivar la demanda.
 
Pues bien; el gobierno del PP hace precisamente lo contrario. Todos esperábamos un aumento de los recortes. Los economistas sensatos se han pronunciado por la necesidad de reducir el déficit público, y por ello yo he considerado que las medidas de ajuste que emprendió el gobierno socialista eran dolorosas pero necesarias; pero dichas medidas parecen una broma si las comparamos con lo que ahora se anuncia, y sobre todo con los ajustes que se prevén. En lugar de intentar renegociar o aplazar el ajuste comprometido en uno o dos años con nuestros socios europeos, tal como prometió que haría Rubalcaba, a fin de dar un respiro a la demanda agregada, el gobierno del PP se lanza de lleno por la vía del maximalismo del déficit cero a la mayor velocidad posible mediante un ajuste drástico según el dictado de los gobiernos conservadores que predominan en Europa, política que no está ayudando a superar la crisis sino que amenaza con provocar una nueva recesión.
 
Pero lo que no se esperaba es que el PP nos sorprendiera con un colosal aumento de los impuestos, y ello sin ninguna dosis de estímulo económico. Podríamos dudar de si en estos momentos de déficit pronunciado era posible o no aplicar las políticas keynesianas mediante incentivos a la actividad económica, y si era necesario o no profundizar los recortes. En todo caso, me parecía mucho más coherente la propuesta socialista de negociar en Europa unos estímulos fiscales basados en los “eurobonos”. Pero un aumento de impuestos en tiempos de crisis, sobre todo de las capas medias y de los trabajadores, va directamente en contra de toda lógica económica, ya que hará decaer más todavía la demanda agregada y la inversión, y por tanto no producirá sino una profundización de la crisis y un aumento del paro.
 
Un aumento de impuestos contradice la ideología liberal que supuestamente suscriben muchos ministros y cargos públicos del PP; dicha ideología liberal, una forma moderada de la cual yo mismo asumo, apuesta por una reducción del papel del Estado y de la carga impositiva para reactivar la actividad económica, de manera que incluso en algunos casos la mayor actividad ocasiona que aun con unos tipos impositivos menores dicha mayor actividad económica permite que la recaudación sea mayor (la famosa curva de Laffer). Ciertamente, la propuesta del PSOE también incluía un aumento de impuestos, pero se centraba predominantemente en las rentas más altas, a fin de financiar la creación de empleo mediante incentivos directos como la bonificación de cuotas de la Seguridad Social. Contrariamente, por el camino elegido por el PP una buena parte del ajuste presupuestario se irá por la cloaca a causa de la menor recaudación consecuencia de la caída drástica previsible en la actividad económica. El PP puede ir quitándose la etiqueta superficial de “liberal” y quedarse con la que efectivamente le define: conservador.
 
Pero lo que es mucho más grave es que la subida de impuestos se realiza en contra de lo que el PP había prometido en su programa y en la campaña electoral, e incluso en la sesión de investidura: que no aumentaría los impuestos, sino que los rebajaría. El PP había prometido una especie de “cuadratura del círculo” según la cual reduciría el déficit manteniendo los servicios sociales y al mismo tiempo rebajando los impuestos, confiando únicamente en la reactivación de la economía pero sin aclarar nunca como se iba impulsar dicha activación. Ahora, a las primeras de cambio, incumple sus promesas electorales y defrauda la confianza que han depositado en él sus electores. Y que no se nos hablen como justificación de la “herencia recibida”, pues las cifras del déficit estancado en el 8%, aún no definitivas, ya se presuponían hace meses, y no explican en absoluto un bandazo tan impresionante. Además, la mayor parte del la responsabilidad del no cumplimiento del compromiso de déficit, fijado para este año en el 6%, la tienen las comunidades autónomas, gobernadas en su mayoría por el PP, mientras que la Administración central del Estado ha cumplido básicamente con sus deberes.
 
En definitiva, el PP nos sorprende con unas medidas de ajuste duro que reducirán el déficit –aunque menos que lo que las cifras indican, por el motivo indicado de caída de la actividad–, pero que no servirán para salir de la crisis ni para resolver el problema principal que azota a nuestro país: el paro. Pero lo que es mucho más grave: el gobierno del PP, al incumplir una de sus principales promesas electorales, ha demostrado ante los mercados y ante el mundo entero su total falta de credibilidad: ¿cómo puede cualquier inversor internacional fiarse del gobierno español a la hora de poner sus ahorros en nuestra deuda soberana? ¿Qué otras medidas imprevisibles e igualmente irresponsables podrá tomar dicho gobierno? ¿Cuáles otras de sus promesas electorales dejará de cumplir? Sin duda, todos pagaremos la irresponsabilidad del gobierno del PP en forma de intereses extra en las próximas emisiones de deuda pública. Los electores que confiaron en la supuesta capacidad del PP en temas económicos pueden comenzar a salir de su engaño.

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