La libertad guiando al pueblo (Eugène Delacroix, 1830. Museo del Louvre, París)

miércoles, 15 de junio de 2011

Por ese camino, no

Acampada Sol se desvincula y condena la violencia de hoy en Barcelona y Madrid (El País, 15-06-2011)

Las agresiones que se han visto estos días contra los políticos en general, incluidos los políticos de izquierda (como los insultos a los parlamentarios valencianos del PSOE o los ataques a Cayo Lara en Madrid), y el intento de boicotear e impedir la reunión de ayuntamientos y parlamentos autonómicos democráticamente elegidos, auténticos representantes del pueblo (en especial, los hechos ante el Parlament catalán de hoy), marcan una línea inaceptable de por donde no se puede seguir.

Me alegra saber, y me reconcilia con la esencia regeneradora del Movimiento 15-M, que los promotores del movimiento condenan también y se desmarcan de estos hechos. Por muy “indignado” que se pueda estar, nadie tiene derecho a otorgarse a sí mismo la propiedad exclusiva de la razón, y menos aún a menospreciar la voluntad expresada democráticamente por la mayoría, nos guste o no el resultado, y a utilizar la violencia para pretender imponer sus ideas.

El problema era, sin embargo, inevitable por el tipo de movimiento que constituye el 15-M. Por mucho esfuerzo organizativo que han hecho los compañeros de Madrid y de otros lugares, en un movimiento exclusivamente asambleario, sin representantes democráticamente elegidos, sin estructura y órganos de dirección y representación, cualquiera tiene el derecho de otorgarse la representación del movimiento. La cuestión es que tan 15-M son los compañeros de Acampada Sol como los energúmenos que escupieron e insultaron a los parlamentarios de izquierda o los que han pretendido “parar el Parlament” catalán. Tan 15-M son los cuatro puntos de regeneración democrática aprobados en Madrid el 25 de mayo como las manifestaciones contra la reforma de la negociación colectiva (reforma que considero absolutamente necesaria para resolver el principal problema del país y uno de los motivos desencadenantes de la protesta: el paro).

Por tanto, si el movimiento pretende desmarcarse de los violentos y alejarse de posturas maximalistas, es el momento de dotarse de una mínima estructura de tipo representativo. Es necesario que se sepa quién dirige y representa al movimiento; es necesario que se aclaren y se respeten los puntos de consenso logrados, y que las movilizaciones se centren en dichos puntos. Cualquier otra opinión o reivindicación es legítima si se defiende pacíficamente, pero ya tiene otras vías (partidos, organizaciones sindicales...) para ser defendida. Sin esta clarificación organizativa e ideológica será imposible ganar a la mayoría de la sociedad para las reivindicaciones justas del movimiento, y éste quedará pronto, lamentablemente, en una situación marginal próxima a la disgregación. Se habrá perdido una excelente oportunidad de mejorar las cosas.

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