La libertad guiando al pueblo (Eugène Delacroix, 1830. Museo del Louvre, París)

viernes, 8 de abril de 2011

Comentario sobre el libro “¡Indignaos!”

Stéphane Hessel, ¡Indignaos!, Prólogo de José Luis Sampedro, Ed. Destino, 2011 (título original: Indignez-vous, 2010)

Este comentario se refiere al libro mencionado y a la entrevista al autor publicada en el diario Público el día 29 de marzo de 2011

Se trata de una pequeña obrita que no llega a las treinta páginas, más la introducción y las notas finales del editor, que no obstante y gracias a un excelente marketing parece que está destinada a ser un betseller mundial.

Más que por el contenido explícito –el autor no hace una exposición detallada, sino que tan sólo indica algunas pinceladas de lo que para él son motivos para la indignación, el librito interesa por su mensaje.

Efectivamente: la obra es una crítica al pasotismo, a la pasividad y a la indiferencia ante los problemas que afectan a la sociedad, y una llamada –el autor se dirige a los jóvenes, pero yo considero que hay que tomar la palabra joven en el sentido más extensivo posible– a la participación política y a la rebelión pacífica contra lo que uno cree que es injusto. Y más allá de las cuestiones concretas que plantea –en el libro y en la entrevista citada–, con algunas de las cuales no estoy de acuerdo (encontramos algunos de los tópicos de la izquierda tradicional a los que me refería brevemente en el escrito de inauguración de este blog, prejuicios o clichés que en mi opinión debilitan la fuerza de la izquierda y dificultan la consecución de sus objetivos, y a los cuales espero tener tiempo para dedicar próximamente unas cuantas entradas del blog), creo que en esta llamada a la indignación y a la rebelión contra la injusticia está el valor principal del libro.

Por ello, renunciaré a hacer un análisis detallado y me quedaré con la esencia: vivimos en una sociedad individualista y atomizada, en que lo importante es el placer material y la consecución de la riqueza con poco esfuerzo, y donde los valores colectivos están ausentes; una sociedad poco crítica, donde los corruptos y los mentirosos son reelegidos una y otra vez; una sociedad donde los valores de solidaridad y justicia están a la baja. Y no se trata de renunciar al placer o al bienestar propio y de los nuestros, meta digna y loable, sino de hacerlos compatibles con una sociedad donde la pobreza, la marginación, la injusticia y la opresión estén desterrados, y con el objetivo de extender este bienestar a todos los seres humanos del planeta.

El autor –antiguo miembro de la resistencia francesa y superviviente de los campos de concentración nazis– hace un llamamiento para que cada uno busque sus propios motivos de indignación; en la entrevista citada publicada en Público, concreta más su propuesta de rebelión pacífica llamando a la participación en partidos políticos y asociaciones de defensa de los derechos humanos. Él, concretamente, menciona al Partido Socialista, como plasmación de la ideología socialdemócrata a la que se aproxima –y, dicho sea de paso el más próximo a la opción socioliberal que yo defiendo–; otras personas podrán considerar que su puesto está en distintas organizaciones de izquierda o en movimientos sociales solidarios. No importa; igual que cada uno debe buscar sus motivos de indignación para no permanecer apático y pasivo, también puede buscar sus vías de participación política y social. Pero lo importante es mantener siempre en perspectiva la unidad de toda la izquierda como objetivo a alcanzar.

Para acabar, no puedo evitar formular una advertencia. El espíritu de rebeldía, de indignación ante la injusticia, la mentalidad combativa, siempre ha sido una característica de la izquierda, y siempre se ha dicho que es propio de la juventud –sin embargo, el propio autor nos demuestra que la “juventud” no tiene edad–. Después, ya vendrá el análisis racional, y nos dirá cuales son las mejores soluciones; y quizá algunas de las cosas que criticábamos tengan su razón de ser. Pero ese sentimiento de indignación ante lo que creemos que es injusto es necesario para que la sociedad avance. Sin embargo, una actitud puramente crítica, meramente sentimental, impulsada por un deseo de justicia y de libertad, por muy loable que sea, puede caer en la esterilidad si no va seguida de una reflexión profunda, de un análisis detallado de los problemas de la sociedad, y sobre todo, de una propuesta alternativa realista, creíble y realizable. Indignarse por algo que, después de un análisis detallado, al final encontramos que tiene una explicación razonable, o movilizarse por una falacia o por una pura utopía irrealizable, al final sólo produce frustración y desencanto. Y los que vivimos la época posterior a la Transición sabemos de lo que hablamos.

Por ello, es urgente reforzar ideológicamente a la izquierda, proponiendo alternativas políticas concretas acordes con los avances de las ciencias sociales –principalmente, la economía–, que den respuestas y soluciones a los problemas reales de la gente, y sobre todo de los jóvenes: falta de oportunidades, paro, pobreza, marginación... La izquierda, una vez desprestigiada la alternativa anticapitalista, y ante la crisis de la socialdemocracia, provocada por la necesidad de aplicar políticas que se sienten como contrarias a su razón de ser, se encuentra en una situación de marasmo ideológico, que se une a la dispersión organizativa (cf. mi escrito “La frustrante dispersión en la izquierda”, en este blog), de los cuales es necesario salir. Pero esto ya es tema de otra entrada.

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