La libertad guiando al pueblo (Eugène Delacroix, 1830. Museo del Louvre, París)

martes, 8 de marzo de 2011

8 de marzo, Día Internacional de la Mujer


         Sirva este escrito como mi pequeño homenaje a las mujeres y los hombres que han luchado y luchan por la dignidad de todos los seres humanos, y en particular a la lucha de las mujeres por la igualdad de derechos y por su desarrollo íntegro como personas. Otras personas podrán hacer un resumen histórico con más conocimiento de causa que el mío; por tanto, yo sólo pretenderé recordar algunos de los hitos más importantes de esta lucha.

En París, el 26 de agosto de 1879, la Asamblea Nacional francesa aprobaba la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Si bien esta declaración se considera el origen del reconocimiento de los derechos humanos en general, en su redacción la palabra hombre no tenía un sentido genérico, como se podría suponer. En efecto, la declaración se refería a los hombres en sentido estricto, y dejaba excluidas a las mujeres, como ciudadanas de segunda categoría, privadas del derecho y de la capacidad de obrar por sí mismas y sometidas a la autoridad del padre o el esposo.

Las mujeres comenzaron una larga lucha por la emancipación, que se concretó a finales del siglo XIX y principios del XX en el movimiento de las sufragistas, las cuales, a menudo ante la incomprensión generalizada de la sociedad, reivindicaban su derecho al voto y a otros derechos civiles. La primera victoria importante del movimiento se produjo en 1918 en Inglaterra, si bien de forma parcial, pues sólo se concedía el derecho al voto a las mujeres mayores de 30 años y poseedoras de una casa. Poco a poco, el derecho a voto se extendió a todos los países democráticos, en algunos casos en fecha tan tardía como 1971 en Suiza.

Al mismo tiempo, las mujeres trabajadoras emprendían la lucha por sus derechos laborales. Por ello, la celebración se denomina también Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Los orígenes de esta celebración y la causas de la elección de esta fecha varían según las fuentes. Según unos, entorno al 8 de mayo de 1857 un grupo de costureras de Nueva York se encerraron en la fábrica textil donde trabajaban en demanda de 10 horas de trabajo e igualdad de salarios; tras un incendio provocado por los patronos, murieron 146 trabajadoras. Según otros autores, estos hechos tuvieron lugar en 1908. Otras fuentes se refieren a una manifestación que tendría lugar el 8 de marzo de 1909 exigiendo mejoras en las condiciones de trabajo, la abolición del trabajo infantil y el derecho de voto a las mujeres. Según un estudio de Isabel Álvarez González, la manifestación en Nueva York tuvo lugar el 27 de septiembre de 1909, y el incendio de la fábrica, el 25 de marzo de 1911. La primera celebración del Día Internacional de la Mujer tuvo lugar el 19 de marzo de 1911, y la primera vez que se celebró el día 8 de marzo fue en el año 1914. Fue precisamente un 8 de marzo (23 de febrero en el calendario juliano antiguo), en 1917, cuando tuvo lugar el comienzo de las manifestaciones de las mujeres rusas en protesta por la falta de alimentos, hecho que daría lugar a la Revolución Rusa y a la caída de los zares. La coincidencia de este hecho histórico en dicha fecha influyó poderosamente para que se consolidara el día 8 de marzo como día de la celebración.

Durante el siglo XX, la lucha de las mujeres feministas se ha centrado en la consecución de la plena igualdad de derechos, y en otros aspectos como la libertad sexual, el derecho al control de la natalidad, el derecho al aborto, a la igualdad en el puesto de trabajo, etc.

Afortunadamente, los partidos de izquierda han ido asumiendo, en sus aspectos fundamentales, las reivindicaciones feministas y de otros movimientos sociales, y podemos decir que éstos son predominantes en la sociedad. Si vemos en perspectiva los avances logrados, éstos han sido enormes. Prácticamente se ha logrado la igualdad legal de derechos en los países democráticos occidentales. Sin embargo, en la práctica, aún existen muchos objetivos por conseguir: en muchos casos se discrimina a las mujeres a la hora de otorgar un puesto de trabajo, o se les ofrece un salario inferior al de los hombres. La conciliación entre la vida laboral y familiar es poco más que un buen deseo, y muchas mujeres se ven obligadas a elegir entre su profesión o su familia. Aún hay muy pocas mujeres en la vida pública y en los puestos de responsabilidad, puesto que muchas de ellas ven cortadas sus carreras y sus posibilidades de progresar. Existen todavía residuos de la vieja ideología machista y patriarcal, y en muchos casos las mujeres se ven obligadas a realizar una doble jornada laboral, en su trabajo y en su casa. Y sobre todo, perdura la lacra del maltrato social y de la violencia de género, que las leyes no han conseguido erradicar.

No podemos pensar que la lucha de las mujeres por sus derechos es algo que sólo les incumbe a ellas. Por el contrario, se trata de una lucha por la dignidad de la persona humana independientemente de su condición, y por tanto es un asunto que nos importa a todos. No podemos olvidar que, tal como afirmaba Martin Luther King, "una amenaza a la justicia en cualquier lugar es una amenaza a la justicia en todo lugar".

         Y no podemos dejar de denunciar que la relativamente favorable situación de libertad de las mujeres en los países democráticos de Occidente es una isla en medio de un enorme océano de violencia, injusticia y opresión: en muchos lugares del mundo las mujeres son sistemáticamente e impunemente violadas, asesinadas, mutiladas, ocultadas bajo cárceles andantes, encerradas en sus casas, sometidas a esclavitud sexual y laboral, víctimas de infanticidio selectivo... No podemos permanecer pasivos e indiferentes ante esta situación, y debemos exigir que allí donde haya una reivindicación de democracia y de libertad no se olvide que éstas no pueden tener lugar si no afectan a todos los seres humanos por igual, es decir, si se olvidan los derechos de las mujeres.

         Os adjunto un enlace con el trabajo de Isabel Álvarez González, Clarificación del mito del 8 de marzo, donde se aclara el tema de los orígenes de la celebración.

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